Desde el culto y hacia el culto se define el ser (ontos) y el actuar (ethos) del pueblo de Dios, de la iglesia. El culto, además, es para Deuteronomio el lugar donde el pueblo en pleno testifica de su compromiso con Dios y con su prójimo; en el culto se refleja de qué manera se vive la vida cotidiana, de cuáles son sus valores, sus prioridades y con quienes y con qué está comprometida. El culto es profundamente comunitario, solidario e igualitario. En él, aunque parezca contradictorio, ni siquiera Dios desea adjudicarse el lugar central, si se le considera o define como Dios ajeno al ser humano y a la creación. El Dios de la Biblia no es ni narcisista ni egocéntrico. Es un dato testificado en la misma Biblia que en la práctica de la adoración los que más resultan beneficiados son los adorantes y no el adorado. Palabras…
Publicación de reflexión teológica y pastoral del Seminario Nazareno de las Américas